Amigos, compañeros, cómplices, hermanos, hijos y, en ocasiones nuestro más directo competidor si en casa convivimos con más personas con las que disputarse el cariño y el respeto. Hablamos claro está, del perro. Y es que lo único que tenemos claro los que amamos a los animales es que ellos son como nosotros, o casi. Si no tienen los mismos derechos que sus amos, al menos conservan el 80 por ciento del mismo, o a veces incluso son objeto de más contemplaciones que nosotros mismos. ¿Alguien se ríe de tí por tratar a tu perro como a un humano? Pues aquí te doy algunos argumentos para rebatirle.
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Física y psicológicamente iguales
Aunque a simple vista parecemos completamente opuestos, lo cierto es que los perros y los seres humanos compartimos el 75% de nuestro código genético. De ahí que, si alguna vez has oído hablar de que los perros terminan pareciéndose a sus amos, la idea no resulte tan descabellada, al final lo único que nos va a diferenciar va a resultar ser el modo de vida.
Ángeles de la guarda
Aunque nos suponga una traición la pregunta de para qué sirven los perros, nos nos desesperemos. Tenemos respuestas. Además de ayudarnos a vencer el estrés, hacernos compañía y animarnos a hacer ejercicio físico y, en consecuencia, a estar más sanos, los perros pueden actuar como nuestros enfermeros. Y es que algunos perros son capaces de detectar ataques de epilepsia antes de que se produzcan. También se está estudiando la capacidad de los perros para detectar determinados casos de cáncer.