Seguimos acercándote un poco más a la realidad felina poniendo en jaque esas creencias populares.
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Los gatos (y gatas) que se han castrado tienden a engordar
Esto es cierto. Un gato castrado en la edad adulta tiene tendencia a coger peso, pero puedes prevenirlo si solo le das la comida que necesita según su peso y edad y le obligas a jugar para mantenerlo activo y quemando calorías. De todas formas, si el gato o la gata se castra entre los seis y los doce meses, la dosis de alimento que precisan es menor. Eso sí, haz que se mueven, ya sea con juguetes, paseos o ejercicio por la casa.
Los gatos no pueden pillar la rabia
Falso. La rabia no es solo cosa de perros, aunque parezca que sí. La rabia es una enfermedad muy seria que acecha a muchos mamíferos de sangre caliente, así que no te la juegues. Pese a que la rabia es muy rara en el ámbito doméstico donde seguramente viva tu gato, evita correr riesgos innecesarios y vacúnalo cuando corresponde. Esta enfermedad es muy contagiosa y, por desgracia, una vez contraída es fatal.
Si el gato vive dentro de casa, no cae enfermo
Por desgracia, esta idea también es incorrecta. El gato puede enfermar, aunque es más fácil que lo haga si está expuesto y sin revisiones periódicas de un veterinario como es el caso de un gato callejero. De todas formas, no te fíes, ya que hay microorganismos y parásitos caseros que pueden atentar contra la salud de tu mascota.