Gatos

La maravillosa e increíble historia de Iris, una niña autista, y su gato

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Que crecer con animales tiene múltiples beneficios para los niños, es un hecho comprobado científicamente. Los niños que tienen o han crecido con mascotas tienen un alto grado de responsabilidad y respeto; aprenden a compartir, a amar a un mismo ser y a trabajar en equipo; etc.

Sin embargo, a pesar de que este hecho no es nada nuevo, hay historias de animales y niños que te llegan muy dentro… Es el caso de Iris y su gato:

Iris es una niña británica de seis años a la que cuando tenía tan solo dos añitos de vida, los médicos le diagnosticaron autismo.
Iris es muy afortunada, pues cuenta con unos padres que no solo la adoran, sino que desde el primer momento en que conocieron su condición, han luchado incesantemente por lograr que su pequeña se conecte con el mundo.
Una de las cosas que más le gustan a Iris es pintar. Su mamá, Arabella, en su afán por normalizar la vida de su hija, se dio cuenta que el arte y concretamente la pintura, despertaban algo en su hija y ella mostraba un interés especial. Así, la madre fomentó la práctica de la pintura en su hija…

Sin embargo, nada ha supuesto un cambio tan grande en la vida de Iris como el que ha provocado su gato desde el momento que llegó a su vida. Thula es el nombre que Iris ha puesto a su gran amigo, de raza Maine Coon, que desde hace dos años se ha convertido en su mejor compañía y su compañero inseparable.

No es el primer animal con el que los padres de Iris trataron de que tuviera relación. Tras mucho informarse al respecto, sabían que los animales podían ayudar a la niña, además conocieron muchos casos de otros niños también autistas que tuvieron buenas experiencias y una gran conexión con animales. Por ello, probaron con algunos perros e incluso caballos antes de que Thula llegara a la familia. Aunque sin mucho resultado.

Thula llegó a la familia por casualidad a través del tío de la pequeña, el hermano de su mamá Arabella. Él se iba de vacaciones y necesitaba que alguien cuidara de su gato. En un principio, la mamá de la pequeña se mostró algo reacia a acoger a Thula, puesto que tenía una imagen de los gatos como seres distantes e independientes y no consideraba que fuera lo más adecuado para su hija.

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Fue, sin duda, una gran sorpresas para toda la familia comprobar cómo fue cuestión de muy poco tiempo que se produjera un primer contacto muy positivo entre la niña y el gato. Desde entonces, son inseparables.