Tener a un ave es una gran responsabilidad y requiere un completo compromiso, ya que, como todo ser vivo, necesita ciertos cuidados para estar saludable y feliz. En el cuidado de las aves, existen muchos elementos a considerar, y cada uno de ellos es tan importante como el anterior, pero el aseo juega un papel fundamental para evitar enfermedades que puedan poner en riesgo su vida.
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Esta área de su mantenimiento no se suele discutir mucho, por lo que las personas a menudo desconocen varios aspectos esenciales para su realización óptima. Por esto es necesario que aprendas lo que necesitas saber para asear a tu ave.
Limpieza de la jaula
El aseo de un ave se divide en la limpieza de su jaula y el baño del ave en sí. La limpieza de la jaula, así como de todos los elementos que la componen, es de suma necesidad, en especial para evitar enfermedades tanto en el ave como en las personas y otros animales que convivan con ella.
El agua y la comida deben ser cambiadas constantemente, y no deben dejarse restos en el lugar. Los papeles utilizados para sus heces necesitan ser cambiados diariamente. Los envases y juguetes deben lavarse preferiblemente con agua caliente cuando están sucios, y las perchas y pisos de la jaula también requieren el mismo cuidado.
Por lo general, esto basta para mantener la jaula en buenas condiciones, pero es importante realizar una limpieza profunda a la jaula una vez a la semana. En esta limpieza, es necesario prestar atención a los detalles y no dejar ningún hueco sin limpiar. Recuerda no usar productos de limpieza que sean tóxicos para el ave, como la lejía; en su lugar, utiliza vinagre diluido en agua o limpiador enzimático.
Aseo del ave
Las aves no necesitan ser bañadas de la misma manera que un perro, y muy rara vez requieren ayuda humana para limpiarse. Para su cuidado, existen dos opciones principales: colocar un envase con 3 a 5 cm de profundidad cerca de donde está el ave o en su jaula, o utilizar un rociador.
El ave irá por su propia cuenta al envase después de inspeccionarlo y, si lo desea, empezará a bañarse. También se puede colocar directamente adentro, pero es importante resaltar que nunca se debe obligar a un ave a bañarse. Después de esto, ella saldrá y esperará a secarse. Su secado debe realizarse al “aire libre”, es decir, de forma natural; no se recomienda utilizar un secador u otros artefactos similares.
En el caso del rociador, solo hay que comenzar a rociarla un poco, y si el ave responde positivamente, continuar haciéndolo. No se debe empapar al ave completamente y hay que parar en cuanto ella muestre que no quiere seguir.
Con ambas opciones, se deben elegir lugares donde no existan corrientes de aire ni haga frío, y que estén lo más protegidos posible de cambios drásticos de temperatura. Solo en casos contados se puede utilizar jabón para limpiar manualmente al ave. Estos jabones no deben ser dañinos para su salud y solo serán necesarios si el ave se ha ensuciado con algo que no se pueda limpiar solo con agua, como el aceite.
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