Como si un sensor mágico tuvieran, las mascotas poseen un don especial para localizar los lugares más confortables de una casa.
Y entre estos rincones o espacios favoritos por nuestro perro o por nuestro gato se encuentra, claro está, la cama. Pero no su camita tan linda, calentita y preparada con tanto esmero que le proporcionaste cuando el cachorro llegó como nuevo miembro a la casa, sino nuestra cama.
Es normal que a nuestra mascota le guste acostarse en nuestra cama. Y este gusto va más allá del egoísmo y hasta del sentido narcisista que pudiera tener el animal. Es evidente que una mascota en casa se convierte rápido en el bebé mimado de la casa, pero su actitud obedece a otras razones más profundas. Nuestro perro adora nuestra cama porque, aparte de ser un lugar calentito, blandito y suave, ésta conserva nuestro olor corporal. Y este detalle la hace todavía más apetecible.
Tú en tu cama y yo en la mía
Hay personas que se sienten cómodas compartiendo cama y alcoba con su mascota. No tiene nada de malo hacerlo. Sin embargo esta práctica, aunque tiene sus ventajas, también conlleva inconvenientes. Lo positivo es que un animal cerca, si está educado, siempre es relajante. A fin de cuentas, ¿quién te quiere más y te regala más barata una sonrisa que tu mascota querida?
Pero por contra, podría llegar el día en que, por diversas razones, no quieras compartir habitación o cama con ella. En tal caso, el pobre animal no entenderá por qué le echas de tu/vuestra cama. Recuerdas que las costumbres tiene que adquirirlas desde cachorro. Enséñale la importancia de respetar tu espacio.
