Muchas veces, nuestras mascotas, especialmente los perros, se conmvierten en nuestro muñeco de peluche preferido a la hora de irnos a la cama. Tanto niños como mayores sentimos plácida la presencia del animal junto a nosotros a la hora de abandonarnos al sueño. Y es que los animales son cálidos y suaves, y acariciarlos, se ha comprobado que es una de las experiencias más relajantes que existen. Sin embargo el perro es animal de costumbres y esa convivencia en la cama hay que dejársela clara desde el principio. Aquí no valen juegos.
Fijar costumbres
No podemos andar improvisando si queremos que nuestro perro nos acompañe o no en la cama cada noche. Si lo dejamos a capricho, muy probablemente el animal se acostumbrará a hacerlo, y luego no se merece que riñamos si se sube a la cama (o al sofá) y, un día, no nos apetece que lo haga. La de dormir juntos es una decisión que debemos, por tanto, tomar con detenimiento.
Respeta su espacio
Puedes dejar que sea el perro quién elija un rincón donde se sienta cómodo y, allí, colocar su cama. Una buena opción es colocarle como “dormitorio” el transportín. De este modo, se acostumbrará a él, y será más fácil que vaya relajado cuando tenga que viajar.
No olvides nunca que, cómo él a tí, tú también haz de respetar el espacio de tu perro y su lugar de descanso. No le andes molestando.