Aunque no son domésticos, en muchas ocasiones encontramos una cría de gorrión que no ha sabido mantener el vuelo y ha terminado estrellada contra el suelo. El final, ya lo imaginamos, no resistimos la tentación y acabamos convirtiéndolo en nuestra mascota. En principio, esta no es buena idea, los gorriones como cualquier otra especie salvaje, tienen la facultad de llamar a sus padres, y los progenitores tienden a regresar al encuentro con su cría. Sin embargo, si está en zona peligrosa, por mucho tránsito, porque haya perros o gatos, o si está herido, las posibilidades de supervivencia de un gorrión son muy escasas.
Cómo cuidar de un gorrión
Los gorriones son animales muy delicados. Si has cogido uno, deberás darle de comer cada poco tiempo, si es que todavía no come solo. Normalmente están acostumbrados a que la madre les llene el buche cada quince minutos, aunque puede bastar con alimentarle cada dos horas.
Para alimentarlo, prepara una papilla hecha con harina de maiz, o también se acepta el pan mojado con agua. Ha de quedar algo líquida por dos motivos : el primero es para que no se atragante al pájaro con ella, y el segundo es porque así estará tomando agua, pues tan pequeños no saben beber y corren peligro de deshidratarse. Con los dedos, o con un palito, o una jeringuilla pequeña (sin aguja), introduces la papilla en el fondo de la boca (del pico).
También puedes hacerle la papilla con pasta de cría, papilla de bebé, añadirle huevo cocido, e incluso arroz cocido molido con agua.
Cuando ya sea capaz de comer por sí solo, puedes alimentar al gorrión con frutas, verduras y alpiste.