Es fundamental acostumbrar a los perros a estar en un transportín. Así lo indican en sitios web especializados como Zona Mascota. Para tal fin se aconseja dar comienzo a los desplazamientos por medio de dichos conjuntos desde que tienen una edad muy temprana.
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Si no quieres que el cánido de tan solo unos meses le coja miedo al citado producto, es de vital importancia que vaya cómodo en él y, sobre todo, que no se sienta presionado. En este sentido hay varias claves que conviene que pongas en práctica. Aplicándolas correctamente obtendrás un resultado inmejorable.
Pasos previos
Insistimos en un error que es bastante habitual, sobre todo en quienes nunca antes han tenido un cachorro y no saben que puede ser muy perjudicial forzarle a entrar en el transportín: no lo hagas. Conviene que las primeras veces el conjunto esté fuera del maletero, concretamente en el interior de tu hogar.
Colócalo en el suelo y, acto seguido, introduce alguna chuchería de las que acostumbras a darle cuando se porta bien o hace correctamente alguna acción, preferiblemente los típicos huesecitos. Si es preciso coloca adicionalmente un juguete de aquellos que tanto le gustan.
De esta manera el perrito irá superando esa barrera inicial de entrar en un espacio que no conoce. Si tampoco lo consigues siguiendo estos pasos, no es mala idea poner dentro alguna prenda que huela a ti. Todo es poco para conseguir que dicho rincón sea interiorizado por el can como algo familiar y que no será perjudicial para él.
Ubicación del transportín
Es habitual que los transportines se coloquen en el maletero. Sin embargo, no hagas lo mismo con aquel destinado a un perro de pequeño tamaño. Incluso los cachorros de razas grandes presentan unas dimensiones escasas.
Indistintamente del tipo de perro del que te hagas cargo, si está en una edad temprana y todavía no es voluminoso conviene que vaya en el suelo del vehículo. En concreto es la propia Dirección General de Tráfico la que dice dónde debería ir: detrás de los asientos delanteros. Gracias a ello el conjunto queda protegido sin que los posibles vaivenes le afecten a la estabilidad.
En los momentos de mayor angustia, los cuales pueden surgir las primeras veces en las que el cánido no sabe qué está ocurriendo, es fundamental que pueda mantener contacto visual contigo. Así pues, si vas conduciendo el coche asegúrate de que está detrás del asiento del copiloto con la puerta en dirección a ti. El hecho de verte le trasladará confianza y tranquilidad.
Espacio: lo más importante
Tal como hemos mencionado en anteriores líneas, es crucial acostumbrar al pequeño can por medio de juguetes y chucherías. Sin embargo, no conviene saturar el conjunto de demasiados elementos. Es preferible que haya el suficiente espacio.
Así como las personas tenemos tendencia a cambiar de postura cuando estamos en la cama, los perros -especialmente los cachorros- también han de poder hacerlo. Si se ven en un espacio escaso se sentirán frustrados, con todo lo negativo que ello acarrea.
Conducción no agresiva especialmente en las curvas
A todos nos ha pasado alguna vez: llegamos tarde al lugar al que vamos y, por ende, el trazado de la carretera no es ni mucho menos el óptimo para una conducción tranquila a la par que estable. Evítalo por todos los medios cuando viajes junto a tu cachorro.
Por ejemplo, si tienes que ir al veterinario, sal con el suficiente margen de tiempo. La conducción agresiva es el principal enemigo de los perros pequeños que pretenden ir cómodos en el transportín. Toma las curvas a una velocidad moderada y evita los acelerones repentinos.