Existen lugares en los que el mundo gira al revés. Y, a veces, ir al revés es ir en la dirección correcta…
Y de eso queremos hablarte, de un lugar del mundo en el que todo funciona a la inversa. Es un zoológico. Pero aquí, son los humanos los que están encerrados en tristes jaulas y lo animales los que campan libres y a sus anchas.
No; no nos hemos vuelto locos. Este lugar existe y está en Chile. Allí habitan tranquilamente y en armonía monos, tigres, osos y leones que en algún momento de sus vidas atravesaron tuvieron que soportar malos tratos en circos. Afortunadamente ellos fueron rescatados rescatados para rehabilitarlos en el Parque Safari.
Las personas que quieren visitar este zoológico tan particular deben aceptar las reglas del juego. Aquí, serán ellos los que subirán dentro de cajas de camiones que simulan verdaderas jaulas. Serán trasladados, para ver todo el entorno en el que viven los animales, pero permanecerán encerrados en esas jaulas durante toda la visita. Aquí son los animales los que poseen la libertad; y ellos deciden si se acercan o no a las jaulas o si quieren o no interactuar con los visitantes.
Parque Safari nos permite probar un poquito de nuestra propia medicina…
Todos los animales a los que el Parque Safari acoge son animales maltratos que han sido rescatados de sus crueles criadores o explotadores. Aquí cuentan con un programa específico de rehabilitación con el objetivo de que los animales puedan superar todos los daños psicológicos y físicos que sufrieron. Les abren las puertas a un hogar.
Los animales del zoológico
Son muchos los animales que se pueden ver en esta reserva. Pero nos ha tocado la vena sensible el león protagonista de la portada de este post, un león que sufrió la amputación de una de sus extremidades como consecuencia de una grave infección originada por negligencia médica en una de sus garras.
Pero no es el único allí con una terrible historia detrás. Existen también dos osas que se mueven sin sentido de un lado a otro en forma de péndulos. Obviamente no es un comportamiento natural, sino un comportamiento adquirido en el circo en el que estaban recluidas y explotadas. Su función consistía en realizar un baile. Pero no, los osos no bailan. La cruda realidad consistía en ubicar a las osas encima de una plancha caliente; ellas levantaban sus patas para no quemarse, simulando un gran baile. ¡Terrible!
Afortunadamente estos animales ahora tienen una nueva vida en la que viven protegidos y cuidados. Y el contacto que tienen con los humanos se sustenta en el respeto.